DÍA
NOVENO:
Con testimonios desgarradores que suman ya 98, continuó hoy el juicio por
genocidio contra los militares José
Efraín Ríos Montt y José Mauricio Rodríguez Sánchez. Jacinto, quien en 1982 era un
niño, relata que el día que llegó el ejército a su aldea vio como mataron a su
madre de un machetazo, también murió su hermano, mientras el intérprete que
acompañaba a los soldados le decía: “No
llores, si no lo mismo te va a pasar a vos”, después los soldados se lo
llevaron en helicóptero junto con sus otros hermanos a la capital y a Petén en
donde vivió en diferentes hogares para niños con el fin de ser dado en adopción.
Relata que dormía en una casa donde era
maltratado por la señora que lo cuidaba.
“Ya
no hablo Ixil, cuando me llevaron los soldados sí hablaba cien por ciento Ixil,
ahora hablo solo español”
explicó Jancinto al Tribunal. Al
cumplir la mayoría de edad intentó
tramitar su cédula de vecindad, sin embargo en la municipalidad le indicaron que
esos apellidos no existían, fue entonces cuando él se dio cuenta que el ejército
le había falsificado su identidad.
Con apoyo de organizaciones se enteró que aún tenía familia quien lo
buscaba. Fue así como después de 22 años se reencontró con sus tíos, visitó el
lugar donde nació y supo que a sus padres asesinados ya los habían exhumado.
Jacinto es un testimonio vivo de cómo la estrategia
militar arrancó de los menores su identidad cultural, robándolos y alejándolos
de sus familiares y su comunidad. Esta práctica ha sido utilizada por otros
ejércitos, como es el caso de Argentina donde incluso los militares se quedaban
con los hijos/as de las personas detenidas desaparecidas. La vida de este niño,
Jacinto, se vio completamente alterada al ser sometido a malos tratos y además,
crecer sin su vínculo con la cultura maya Ixil. Este testimonio encaja en el
elemento cuatro del delito del genocidio.
Otro elemento del delito del genocidio ilustrado en la
audiencia de hoy, fue la muerte de niños y niñas, con lo que se impide que el
pueblo ixil pueda crecer, reproducirse.
El testimonio de Francisco relata:
“A mi hija le abrieron el pecho y le sacaron el corazón”, “¿Qué culpa tenía mi
niña?” indica. Cecilia, una
mujer ixil explicó “sufrí con mis hijos
porque no tenía nada, dormí bajo la lluvia con ellos”. Otro testigo Juan explicó que vio que
dispararon a su cuñado y a unos niños: “la bala entró por el pecho y les salió por la espalda…y como no
murieron, les cortaron el pescuezo”.
Fue así como las declaraciones dieron a conocer las condiciones
inhumanas y la violación a los derechos de muchos niños y niñas durante el
conflicto armado, a quienes después de dejarlos en la orfandad, a algunos los
mataron y otros fueron llevados a vivir con personas desconocidas y de otra
cultura diferente.
Mujeres y hombres ixiles continuaron explicando al
Tribunal cómo los soldados del ejército quemaron sus casas, destruyeron su milpa
y violaron a mujeres, sobre todo cuando capturaban a sus esposos y se quedaban
solas, y también indicaron que a varias las obligaban a cocinar para los
soldados, lo que sigue indicando el patrón sistemático de la violencia contra
las mujeres utilizada como arma de guerra y mediante la
esclavitud.
En la jornada de ayer martes por la tarde, el Tribunal dio
a conocer a las partes procesales del caso las pruebas documentales. Después de
cuatro horas de revisión de los documentos, Ríos Montt objetó cuatro de dichas
pruebas: la Comisión para el Esclarecimiento Histórico, el Plan de Operación
Sofía, el Manual de Guerra Contrainsurgente y el Peritaje de Histórico. Al
respecto la Jueza ACLARÓ que esas objeciones serán evaluadas en el momento en
que el Tribunal delibere y por tanto su resolución será indicada al momento de
dictar la SENTENCIA.
Mañana continuará el debate oral y público a partir de las
8.30 horas, se presentarán testigos calificados por medio de videoconferencias y
peritajes.
con información de:
Asociación para la Justicia y Reconciliación AJR
Centro para la Acción Legal en Derechos Humanos
CALDH
Centro Medios Independientes
Que vergüenza que en esta patria tengamos que seguir habriendo la herida, metiendo el dedo en la yaga, para que por fin nos demos cuenta que esto que paso no tiene otro nombre y significado que GENOCIDIO,
ResponderEliminarpor que los que debería de estar al servicio del pueblo, los soldados, que mantienen los guatemaltec@s con sus impuestos, se volvieron con tanto odio y derramaron la sangre de su propia gente,ultrajaron la vida de sus propias comunidades, que clase de mando, que ordenes tan horrendas recibieron, como fueron entrenados, adiestrados, como fueron capaces de llevar a cabo tanto destrucción, de mancillar la flor de la inocencia, la virginidad, la belleza, la sencillez de la vida de niños, niñas, jóvenes, mujeres, ancianos y hombres que vivían en su tierra, en su campo, en sus montañas, quién fue capaz de ordenar tanta saña?
al fin van a pagar lo que hicieron, DIOS CASTIGA EN LA TIERRA.
ResponderEliminarNombrar las cosas por lo que son y liberar la palabra y la memoria sobre lo que sucedio, sana las heridas que se han mantenido abiertos desde hace muchos años. El juicio y castigo las podrá cerrar por completo.
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